
Upskilling y colaboración: las claves invisibles para acelerar la adopción de tecnologías emergentes
Cuando se habla de innovación, la atención suele centrarse en presupuestos, tecnologías prometedoras y expectativas de disrupción. Pero la realidad muestra otra cosa: lo que bloquea el despliegue de tecnologías emergentes a gran escala muchas veces no es técnico, sino organizacional.
Faltan personas con las habilidades necesarias para adoptar y sostener nuevas herramientas, y sobran silos internos que frenan la colaboración entre áreas clave. Mientras tanto, los pilotos se multiplican… pero rara vez logran convertirse en impacto real.
Un análisis reciente confirma esta intuición. Consultadas sobre qué cambios consideran más importantes para acelerar la adopción de nuevas tecnologías en los próximos 12 meses, las empresas priorizan dos factores por encima del resto: educar y capacitar a la fuerza laboral (26%) y profundizar la colaboración entre funciones de negocio (24%).
Le siguen la necesidad de definir casos de negocio más claros (17%), agilizar la gobernanza (15%) y colaborar más estrechamente con proveedores (12%). Apenas un 5% admite no tener planes de cambio. El mensaje es claro: las tecnologías están listas, lo que falta es preparar a las organizaciones para absorberlas.
Upskilling: invertir en capacidades, no solo en herramientas
La innovación se queda corta si no se traduce en competencias reales. Implementar inteligencia artificial, por ejemplo, no requiere únicamente científicos de datos: también managers capaces de interpretar modelos predictivos, equipos de operaciones que los integren en procesos diarios y áreas de compliance que entiendan sus implicancias regulatorias.
Lo mismo ocurre con blockchain, ciberseguridad o identidad digital: tecnologías demasiado críticas para quedar confinadas a un grupo reducido de especialistas.
Las empresas que apuestan por upskilling transversal crean un círculo virtuoso: cuanto más preparadas están sus personas, más rápido pueden absorber, adaptar y sostener nuevas soluciones en el tiempo. La inversión no se limita a cursos técnicos, también incluye formación en nuevas formas de trabajo, pensamiento crítico, metodologías ágiles y capacidad de colaboración.
Colaboración transversal: romper silos como condición de escala
La falta de colaboración entre áreas es otro de los grandes bloqueos. En muchas organizaciones, la innovación queda encapsulada en IT o en un área de innovación aislada. Pero cuando llega el momento de integrar un piloto a la operación, aparecen las fricciones: operaciones y producto no hablan el mismo idioma, finanzas desconfía del ROI, legal y compliance llegan tarde al proceso.
El resultado es previsible: proyectos técnicamente sólidos que fracasan por falta de alineación interna.
En contraste, las organizaciones que logran escalar son aquellas que integran a todas las funciones relevantes desde el inicio, con objetivos compartidos y responsabilidades claras. La innovación, cuando es colectiva, se despliega sin fricciones.
Claridad estratégica: del piloto al caso de negocio
Un tercer obstáculo frecuente es la falta de definición clara de casos de negocio. Muchas veces los pilotos nacen de la curiosidad o de la presión por “hacer algo con IA” o “probar blockchain”, pero sin un propósito vinculado directamente con la estrategia de la empresa.
Eso genera entusiasmo inicial, pero rápidamente se convierte en frustración: el piloto funciona, pero nadie sabe para qué.
Las empresas que escalan son las que formulan desde el inicio una hipótesis de valor clara: cómo la tecnología reducirá costos, aumentará ingresos, mejorará la experiencia del cliente o reducirá riesgos.
Definir el caso de negocio no significa matar la experimentación, sino darle un marco que permita evaluar objetivamente si vale la pena escalar. De lo contrario, los pilotos terminan acumulándose como “pruebas interesantes” sin impacto real.
Gobernanza ágil: decidir a la velocidad del mercado
Un 15% de las organizaciones señala que necesita agilizar sus procesos de gobernanza y toma de decisiones. En otras palabras, la burocracia interna es un freno mayor que la propia complejidad tecnológica.
Cuando un piloto necesita meses para obtener aprobaciones, presupuestos o validaciones regulatorias, la ventana de oportunidad se cierra y el mercado avanza más rápido que la organización.
Por eso, cada vez más empresas buscan modelos de gobernanza más ligeros, con equipos de decisión reducidos, presupuestos ágiles y procesos de aprobación adaptados a la dinámica de la innovación.
Agilidad no significa ausencia de control: significa diseñar mecanismos de decisión que equilibren la necesidad de avanzar rápido con la obligación de mitigar riesgos.
Colaboración con proveedores: el rol del ecosistema
Un 12% de las organizaciones prioriza la colaboración con proveedores para acelerar despliegues. Aunque no es la acción más mencionada, su relevancia está creciendo. Y tiene sentido: ninguna empresa tiene todo el talento, la experiencia ni las capacidades necesarias para implementar y escalar tecnologías emergentes de manera aislada.
Los proveedores especializados —ya sean software factories, consultoras tecnológicas o startups— se convierten en aliados clave para aportar velocidad, reducir riesgos y transferir know-how.
La clave está en que la colaboración no se limite a la ejecución técnica, sino que se plantee como una verdadera alianza estratégica, donde ambas partes comparten objetivos, riesgos y aprendizajes.
Un cambio de mentalidad: de la experimentación a la ejecución
El hallazgo más importante detrás de estas prioridades es que el reto de escalar tecnologías emergentes no es principalmente técnico, sino organizacional y cultural.
Las herramientas existen, el capital está disponible y las oportunidades abundan. Lo que falta son organizaciones que estén preparadas para absorber y multiplicar esas capacidades.
Por eso, la inversión más transformadora no es solo en licencias o infraestructura, sino en personas, procesos y cultura. Capacitar, alinear, coordinar, decidir y colaborar son verbos mucho menos atractivos que “tokenizar” o “automatizar con IA”, pero son los que definen si un proyecto se queda en piloto o llega a transformar la operación.

🚀 Xcapit: el socio que convierte pilotos en impacto
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🧪 De la intención al impacto real
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